Toda una vida aguantando sus reproches, sus manías. No podía más, sabía que se enteraría, pero debía hacerlo. Se acercó al granero y sin pensarlo dos veces buscó el lugar más seguro. —¡¡Nunca podrás deshacerte de mí, jajaja!! —Su cuerpo quedó suspendido en el aire.
Una mueca de pavor y sadismo, quedó grabada en su rostro, mientras la risa despiadada y repulsiva salida de su propia garganta, inundaba de odio aquel lugar.
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